jueves, 27 de octubre de 2011

Las extinciones no suelen derivar de la caída de asteroides

Según las conclusiones de varios estudios recientes, un asteroide es el sospechoso principal en sólo la más reciente de las cinco extinciones masivas: el cataclismo de hace 65 millones de años que eliminó a los dinosaurios.


"Las otras cuatro no han podido ser resueltas con una roca que cae del cielo", subraya David Bottjer, geocientífico de la Universidad del Sur de California.

Por ejemplo, Bottjer y muchos otros han publicado estudios que sugieren que la extinción de finales del Pérmico, acaecida hace 250 millones de años, se debió a que "la Tierra enfermó", en vez de recibir un "balazo cósmico".

La última investigación del grupo de Bottjer sugiere una muerte lenta similar como causa de la extinción de hace 200 millones de años, en la transición entre los periodos Triásico y Jurásico.

Sarah Greene (de la Universidad del Sur de California) también ha encontrado similitudes entre las condiciones del océano en el límite entre el Triásico y el Jurásico, y después de la extinción de finales del Pérmico.



En ambas ocasiones aparecen unas estructuras de cristales de aragonita en forma de ramilletes, formadas en el lecho del océano. Tales estructuras son sumamente raras en la historia de la Tierra.

El hecho que estos depósitos sólo se hayan encontrado en estos dos momentos específicos asociados con las extinciones masivas, sugiere que quizá existió alguna geoquímica oceánica común a ambos que podría estar relacionada con la causa de las extinciones.

Los resultados obtenidos por la investigadora Rowan Martindale en sus estudios sobre los arrecifes de coral durante la extinción del Triásico-Jurásico también apuntan a conexiones oceánicas, por ahora poco claras. "Los arrecifes de coral parecen realmente similares a los arrecifes de coral modernos" explica ella. “Al final de la extinción en masa de finales del Triásico, se pierden todos los sistemas de arrecifes. Y nadie sabe por qué".

Cualquier conocimiento sobre la muerte de los arrecifes coralinos de finales del Triásico puede ser útil para conocer mejor el posible desenlace de la crisis actual de los arrecifes, ampliamente atribuida al cambio climático.

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